miércoles, 3 de noviembre de 2010
1876.- JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA
Nacido en Cádiz (España) en 1963. Es licenciado en Filología Inglesa y da clases en un instituto de su ciudad.
-POESÍA:
Expreso y otros poemas (1988).
Las amigas (1991).
Cuento de invierno (1992).
Malos pensamientos (1994).
Los extraños (1998).
Madrid y otros sonetos (2001).
Cuaderno de Zahara (2002).
Cuatro nocturnos (2004).
Casa en construcción : itinerario poético 1984-2007 (2007)
-NARRATIVA:
La raya de tiza (1996). Novela.
Las islas pensativas (2000). Novela.
Octubre (1994). Relato.
La sonrisa del diablo (1998). Libro de relatos.
El hombre del velador (1999). Libro de relatos.
Lluvia ácida (2004). Libro de relatos.
Sexteto de Madrid y otros cuentos (2007). Libro de relatos.
-OTROS:
La vida imaginaria (1999). Recopilación de artículos y ensayos sobre cine.
Me enamoré de Kim Novak y otras crónicas de cine (2002). Ídem.
Columna de humo (2005). Recopilación de artículos periodísticos.
Gigantes y molinos : anotaciones en los márgenes de El Quijote (2006). Ensayo.
POÉTICA
Es posible que estemos confundidos;
que acaso por haberles
hecho excesivo caso a los dictados
de una noche confidencial,
o a los razonamientos
precisos del insomnio, muchas cosas
que parecían claras
permanezcan oscuras. Y que hayamos
olvidado otro modo de pensar
anterior, más abstracto, parecido
a ese juego de niños que consiste
en encajar figuras en un hueco
con forma de manzana, de triángulo,
de estrella (más bien pienso
en un niño obstinado, que se empeña
en poner el triángulo en el hueco
de la estrella)… O, tal vez,
en el fondo se trate de otro juego
más simple, consistente en juntar cosas
desiguales, que evocan otras cosas:
un caracol, un ábaco, un sombrero
que son el tiempo, el miedo, la cercana
presencia de la muerte (de la muerte,
que es un niño que encaja una figura
de pájaro en el hueco de una luna);
para acabar sacando del sombrero
–y aquí es inevitable hacer de mago,
son gajes del oficio–
un paraguas que se abre y del que salen
palomas silenciosas que nos dejan
un nudo en la garganta. Y uno, en ese
momento, balbucea como un niño
(otra vez ese niño de antes, ya
cansado y aburrido)
y se escucha a sí mismo y se consuela
buscando en el dibujo de la alfombra
la pieza que le falta, la silueta
cambiante de la nube
que se le escurre siempre entre los dedos.
Los extraños, 1998.
Sobre el mundo de C. S. Lewis
Cualquier lugar –un pueblo inglés,
con universidad antigua y pozo mágico
en lo más hondo de un bosque ancestral;
o una casa en el campo,
con estancias secretas y armarios insondables
en los que cabe un mundo;
cualquier lugar, en fin, podría ser,
de nuevo, el escenario
de la eterna batalla que ya una vez perdimos;
la que perdemos siempre que aceptamos
de las brujas de Narnia (o de cualquier
otro reino igualmente sumido en las tinieblas
de un armario cerrado)
sus dulces insidiosos...
Y nosotros allí,
sin más armas que nuestra pretensión
de poder renunciar a tiempo a lo que ya
saboreamos de antemano
como la miel de la derrota.
De Cuaderno de Zahara (Pre-Textos, Valencia, 2002)]
LAS AMIGAS
Es posible que sepan demasiado
de ti, después de tantos años, cuando
vuelven a la ciudad, tienen un título
o quizá un buen empleo y te presentan
a un tipo que se esfuerza por caer bien.
Y es que de nada sirve haber cambiado,
creerte algo más listo o tener una
docena de aventuras que contar,
para contrarrestar esta penosa
sensación de que sigues siendo el mismo
muchacho al que trataban con afecto
y una cierta distancia; de que son
cada vez más hermosas las amigas
y, me temo, también inalcanzables.
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