Silvano Andrés de la Morena (Cuevas de Ayllón, Soria, España, 1953) cursó sus estudios en el Instituto “Antonio Machado”, de Soria, y es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Después de trabajar durante varios años en los institutos “Santa Catalina”, de El Burgo de Osma, “Castilla”, de Soria y “Terra Roja”, de Santa Coloma de Gramenet, en la actualidad imparte clases en el IES “Ernest Lluch” de Barcelona. Fue miembro activo durante varios años de la Asociación Cultural Soria Edita, que desde 1993 ha logrado consolidar varias colecciones distintas de libros sobre temática diversa, que van de la investigación histórica a la publicación de memorias o antologías literarias, algunos de cuyos libros colectivos coordinó, además de dirigir la colección “Los Cuadernos de la Señora Rufina”. Desde hace más de una década, mantiene, los miércoles y los domingos, la columna "Caleidoscopio", del periódico Heraldo de Soria. Asimismo, ha formado parte de varios grupos de trabajo del ICE de la Universitat de Barcelona y ejerce la crítica literaria en diversos medios. Dirige la revista de investigación etnológica local, Granzas de yeros, de Cuevas de Ayllón (Soria).
-POESÍA:
Aquietando luz (2001).
Movimiento de traslación (2002).
Cuchillos de mudanza (2004).
Castilla, roca y verbo (2007).
En contra de lo que se pensaba,
(esa idea peregrina de que la meseta era
homogénea
se mire
por donde
se mire),
dos geólogos de alto copete han descubierto
que Castilla entera tiene un eje
Norte Sur
y todo rota sobre sí mismo.
Se han tronzado los tabúes
y sabemos, por fin,
que todas nuestras auroras
(eso sí, un poco ciegas de legañas)
apuntan hacia una propiedad intrínseca.
En la Castilla de hoy no hay arriba
y abajo. Y eso
nos consuela. Por fin,
las palabras podrán ya dormir saciadas
de roca y enebro.
En contra de lo que se pensaba,
en el eje de Castilla la roca puede ser cemento,
luchando contra el deseo del verbo.
Verbo y roca,
piedra y verbo.
Castilla, sin verbo, entre piedra y deseo.
En contra de lo que se pensaba,
masquen
la idea peregrina de que la meseta era
homogénea,
se mire
por donde
se mire,
contra la piedra sin verbo.
(De Castilla, roca y verbo, editorial Celya,
Salamanca, 2007)
Memoria solitaria
La memoria teje una pobre lumbre derrotada
en suelo
Sombrías estancias
hollinadas por la abuela
solitaria
Candiles
torcidas gigantescas
sombras
de la tierna infancia
entre lodones
de jalbiegue
con la ausencia que sufre el ascua colorada
en el sueño del gato
Enreda memoria
confusas palabras
abuela
historias
cocina
sobre el suelo frío de una noche helada
de rebollo, puchero y tenezas
Y los perros aullaban
lejos en la calle
empedrada
en la tierna infancia
con hoces
cayados
y vacas
¡Silencio pétreo
ahora en su plaza!
Una gota azul
Una gota de agua azulada
combándose de rama
aprisiona a Soria desde el Castillo
mientras sopla benigno el viento
con el Sol en San Marcos
en tierna tarde que acuna tejados.
¡Cuidado!
fragilidad de cristal.
¿Quién rompería un corazón
en tarde de otoño
con el Sol en San Marcos
y Soria callada?
Poesía y palabra
No hay palabra sin
corazón Ni corazón
en silencio
Todo está bien
suspiró
Negadlo
callaría el poema
voz de ausencia
alarido de carencia
trazos de trasparencia
porque los corazones nunca son
silenciosos en los prados
del vivir Tú me miras
desde Santa Ana con tus labios fríos
mientras el sol se oculta
(ajeno)
rojo por Castilla.
Tiempo en el páramo
Cómo podemos matar el tiempo
si el tiempo nos devora
en gritos de pies alzados
por todas las regueras
de la vida seca
directas hacia
la gruta de la nada.
Ni los tragos apagan la sed
ni la palabra calma el ser
(cuando anochece en la Soria solitaria
de rejas quebradizas
mientras la duda me asalta)
Hoy noto en mi piel
las lindes del mundo.
Sobre el papel
blanco de miradas
derroto la tinta creadora
que rebasa
esta inquietud de atardecer.
Tanto ruido por la ventana
pone a la atención alertada
para el mañana.
Tanto ruido
por
tantas ventanas. Demasiadas
ventanas.
Ruido confuso noto en mi piel
sin los cirates del mundo
lleno de nada.
En mi pueblo ya sólo
la picaraza irisa sus alas.
Medinaceli
Medinaceli
no quiero oír sufrir al gorrión
Medinaceli
sólo cielo
sobre piedra
con todas las manos yermas talladas en corte
bajo cielo azul no quiero
oír sufrir al gorrión.
El silencio hace ruido
en Medinaceli
anegada entre campos desnudos
con el ojo abierto ciego de la piedra
muda.
Nadie te conoce Cid
cadáver de piedra en el silencio
del poeta
en este mundo sin chaparros.
Medinaceli
no quiero oír
sufrir al gorrión entre tanta belleza desnuda
de mi Soria muerta
y esta plaza muda.
Palabra seca
Tu palabra corta
en seco
esta oscuridad
de mediodía mientras
miro tus manos en la gota trepidante.
El Duero baja lento
y tu boca dice
y tus ojos cantan
palabras secas
que cortan esta oscuridad de mediodía
en el lento Duero mientras
la muralla rota
derrota historia
de nuestras palabras en seco. La Ánimas
callan cuando la nube solloza.
Arreboles
¡Ah, Febo airado,
que te mudas en Marte
tras la cascada
de sangre entre la nube herida!
La tarde plácida
sujeta los arreboles
en el alto cielo de mi tierra. Sólo
sueño plomizo
trashuma por las lomas desnudas en la Soria infinita
de Cameros.
Cernuda en el corazón
Donde nacen los sueños,
en la sima pedregosa
de las flores,
en las laderas de tu belleza,
en los ojos tiernos del hambre,
en tus manos y en las mías.
Donde viven los sueños,
en el fruto del poema,
en el viaje al Infierno de Dante,
en los escarceos calipsos de Ulises
y en el dolorido sentir de Garcilaso.
Donde gimen los sueños,
en los sueños de mis lloros,
en la memoria de mi pecho,
en la piedra del silencio.
en la niebla del descuido.
Donde sufren los sueños,
en la mano quebrada
del Sur,
en la piel tostada de la lucha,
en el grito sin réplica infinito,
en la máquina que se traga el ser.
Donde mueren los sueños,
muere el amor,
donde muere el amor,
muere el hombre.
(Extraído de su libro AQUIETANDO Luz,
Publicado por el Excelentísimo Ayuntamiento de Soria. 2001.)
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