jueves, 28 de octubre de 2010
1841.- ROSA ROMOJARO
ROSA ROMOJARO
Rosa Romojaro, nació en Algeciras (Cádiz), España. Es profesora de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Málaga. Ha publicado ediciones y estudios teóricos y críticos sobre el Siglo de Oro y poesía contemporánea. En su libro Rodear la tarde recogió una amplia selección de artículos periodísticos. Como narradora ha publicado relatos y una novela, Páginas amarillas . Entre sus poemarios figuran Secreta escala , Funambulares mar , Agua de Luna , La ciudad fronteriza ... Con Poemas de Teresa Hassler (Fragmentos y ceniza) , Rosa Romojaro ganó por unanimidad el XXII Premio "Jaén de Poesía". En este libro, la autora crea un heterónimo para indagar en el pasado: instantáneas, fragmentos que logran crear la atmósfera del todo, de la vida. El jurado destacó "el profundo sentido unitario" del libro, así como "su perfección formal" y la "profunda sensibilidad y carga moral que conmueven al lector".
Zona de varada
El color del cansancio es gris y tiene
la textura del plomo. Pesa el día
como el ancla en la arena. La atonía
hace indócil la mano cuando viene
sin matices la noche y se desea
estar ante otro mar, en otra playa.
Con la mirada fija tras la raya
fugaz del horizonte, es la marea
la que trae los ecos de esa vida
que se dejó morir en el olvido:
de nada vale ya, no se ha pedido
otra cosa al destino que la huida,
y ésta está aquí, envuelta en el celaje
opaco de la bruma:ciego viaje.
Recuerda
Esas copas que brillan como llama
y que laten al tacto de metales
ligeros -tantas copas-; esa trama
que, sobre cal, dibujan, verticales,
las hileras de libros en tapices
de olvido -tantos libros-; todos esos
atajos y caminos de matices
parejos que descubre la luz, presos
entre los montes -tantos-. Tantas cosas
iguales y cercanas, ordenadas
y juntas son, más aún que las rosas,
más aún que el reloj o las azadas,
recados de la muerte: faltará
tiempo para vivirlas todas ya.
Reina
Mostradme qué ha ocurrido. Cómo una aguja débil
pudo ser tan mortal. Se dice en los anales
que el hombre del presente fue otro en el pasado:
una línea de sombra separa el nuevo día
del que va hacia el declive: la vida de la muerte.
Este efecto furtivo de desahucio,
este vagar vacío por ciudades ajenas:
extrañeza del cuerpo: casa deshabitada.
Dónde el amor. Ningún amante hubo más dulce
y sin embargo. Capitula
la piel en el exilio. ¿La podéis ver ahora
en la orilla sentada?: el agua corre
a través de sus dedos. Mirad su imagen quieta.
Tahúr
La conciencia de haber gastado todo
en un juego de azar. ¿La habéis sentido?
Es como andar desnudo con pudor de doncella.
Se cubre la palabra bajo un velo de nieve.
La luz , desconocida, se manifiesta entonces
sin amistad alguna. Acuchilla los ojos
que sangran en la hoja. Contornos incendiados.
Qué distante la nube a las señales ciega.
Día extranjero. Mar. Ángulos de la puerta
clausurada a la calle. Esquivo fue el vivir
como un joven hermoso. La muerte será esquiva.
Ratas en el jardín
Allí estaba entre ramas. Sigilosa.
Oscura sobre el blanco de la cal.
Luego, corriendo en la cornisa. Luego,
el cerco de su ojo, amarillo en la sombra,
saliendo del macizo. Y allí, otra vez, los dos,
con las manos cogidas, sabiendo que una rata
sola no hace septiembre, mirándonos perplejos.
(Selección: Luzmaría Jiménez Faro)
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