miércoles, 27 de octubre de 2010

1829.- JOSÉ MARÍA PALLAORO


José María Pallaoro (La Plata, 1959). Vive en City Bell (Provincia de Buenos Aires). Publicó plaquetas, cuadernos y tres libros de poemas: El viaje circular, Pájaros cubiertos de ceniza y Son dos los que danzan. Compiló (junto al poeta Néstor Mux) y editó la antología: Naranjos de fascinante música: poesía contemporánea de amor en La Plata, donde se incluye material de 34 autores del Partido de La Plata.
Es director de el espiniyo revista de poesía de las cuatro estaciones, la primera en su género realizada en el Partido de La Plata.



1. INTERIOR CON PÁJAROS (fragmento)

«En el jardín, pájaros inocentes / picotean el césped encendido.»
Horacio Núñez West

Sibelius

un piano en el aire de la casa
la música quema la leña brillante de la estufa

sentados
cada uno de nosotros invoca
a su dios o no dios

unidos en la ceremonia





No sé
(para Elena)

por qué si afuera llueve
elijo una música diferente

en el adentro los sonidos se besan

son dos los que danzan






Otra casa

de un cielo gris con destellos
anaranjadamente oscuros

los pájaros de la tarde
caen

vacíos
sin peso

como hojas
que sopla
la muerte

quizás queriendo otra casa






Otra oscuridad

como un viajero a su sombra la sigo
no hay hambre
sólo deseo

cuando me pierdo
o ella se deshace de mí

el pensamiento deja de aventurar conjeturas

y quedo solo
en mi otra oscuridad






La claridad
(para Irina Bogdaschevski)


la claridad
de la ausencia
pesa y aturde

silencio quebrado
viento que no acaricia






Lunas

no me despojo de lo que más quiero
sino que lo que quiero se despoja de mí

luna
que en la noche
callas






Para qué

para qué dormir si en sueños

el cielo es el cielo
la tierra es la tierra

y nosotros
dos pájaros que se cruzan
y no se reconocen






Certezas
(para Gaby)

sé que hay un pájaro en tu mirar
sé que en ese mirar la dicha es luz
además sé
que en vos
la dicha es

un pájaro
que no me ve






Mares

hace tiempo el mar dejó de visitarme
sin embargo la arena persiste en tus pies

desnudos y fríos






Aguas

la quietud del agua es rota por la hoja caída

un cuerpo apenas sumergido
ondas que llevan / a la otra orilla

la soledad del mundo






Saberes

sé que soy
la garra en la puerta de la jaula

y soy el pájaro
que se queda en un rincón sin querer salir






La enredadera

las rejas desaparecen

es indudable que ese jazmín crece
para recordarnos que la belleza es aún posible

dentro de pocos días sus flores perfumarán

la intimidad de esta habitación
donde consumo mis horas

en busca de un tesoro que no encuentro y que no sé si existe






2. LA CLARIDAD (fragmento)

«Escribir es ofrecer desde el primer momento
la última palabra a otro.»
Roland Barthes

El poder

El poder de una palabra
no radica en la voluntad de poder

decir aquello que los demás
quieren escuchar

El poder de la palabra

es un certero golpe en la cabeza del silencio

Y de esa cabeza –estallada en el aire–
se arma el mundo

a imagen y semejanza
de la poesía






Nuestra pequeñez escrita

Escribir
ser uno
entre tantos otros

pensar
nuestra pequeñez
como lo más importante
que nos pudo haber pasado





Los ojos

Cómo hacer para mirar
a los ojos del otro
y que entienda

Cómo hacer para que los ojos
del otro nos encuentren
y comprendamos






Escrituras

Escribo
sobre el charco
azul

palabras

que se hacen
nube
y lluvia






Los pájaros de nuestra memoria

tal vez el poema sea un campo dorado
a la espera de la lluvia

y después del viento

que mece
los árboles

donde descansan los pájaros
de nuestra memoria






La búsqueda

Muy pocas veces estuvo cerca de hallarlo
Está oculto en algún lugar de la casa
entre libros y palabras

y en contadas noches
en el silencio aparente de los objetos
junto a luces ahora dormidas
presiente

que un fugaz conocimiento
pareciera revelarlo todo






3. AGUAS DE NUESTRA SED (fragmento)

(«Quien lanza barquitos de papel lanza deseos.»
de un libro de Mary Shelley)


Aguas de nuestra sed

Ella acomoda los barquitos de papel sobre la mesa
Esos barquitos están detenidos en el cómplice mirar
La tarde pasa para que las aguas de nuestra sed
empujen a los barquitos






Las alas del deseo

Ella es un pájaro que de noche vuela a lugares desconocidos
Lleva entre sus alas el sabor de los que la amaron durante el día
Viaja sola por temor a que la soledad la abandone

Ella se entrega a los brazos que la oscuridad le proporciona
Esos brazos la abrigan de la posibilidad cierta de la muerte
La muerte siempre la descubre amparada por la noche

A veces se detiene a beber agua de los arroyos quietos
Y un nombre que se dibuja en la momentánea transparencia del mundo
le recuerda que no todo lo escrito podrá ser leído






Al natural
(para Maite)

Desnuda subes
la escalera de madera

cierro los ojos
para perpetuar
la suavidad de tus pasos

el vaivén de tus pechos

dejar afuera
–aunque más no sea
por esta noche–
la ciudad y la tristeza

decidida te acurrucarás
a mi lado
en un instante

en el instante preciso
en el que el cielo
se abrirá
a la fiesta de los cuerpos
al amor de los dos






Ella sabe
(para L. Andreas)

Sabe separar el árbol del bosque
Ella oscurece con su boca el sol
Para nuestra dicha pronto lloverá






Los pájaros de la vida

Sólo algunas estrellas guían
a la pequeña pasajera

que dentro de un soplo besará
al hombre
en la playa encendida

para que los pájaros de la vida
canten

canten
junto a tu pensamiento

que canta






Colores
(para Gaby)

No entiende de colores
confunde el encarnado con la lealtad
lo racional con la esperanza
y la pureza con la obscenidad

No entiende de colores
por eso pinta






Tarde de perros

Como si la tarde pasara por la sencilla razón
de que hay silencios que se hacen
los muertos

Como si los perros que duermen bajo el sol
ladraran en sus sueños
al desconocido

Como si nada quedara
Sólo la ceniza

que nos tuvo de testigo
Señales de mirarnos
Cómplices






Música

En otros atardeceres
los cuerpos eran música

Separados o unidos

cuerpos que sin palabras
se eternizaban en esa escisión
en que la música
parecía detenerse

para empezar
otra vez
la rueda fugaz
de nuestra danza

Esa tarde y siempre






4. NADA FUERA DE LUGAR (fragmento)

«... y que sea lo que sea.»
Jorge Drexler

Los muertos

¿Qué se hace con un muerto?
¿Se lo deja en casa?
¿Se le cierran
las ventanas y la puerta
de la habitación?
¿Se habla en voz baja
para no despertarlo?

¿Se lo comienza a olvidar
para no sentir
culpa de su abandono?






Cara y Cruz

Dando la cara llegamos a la vida
con palmaditas en el culo
nos reciben

y de inmediato nos revolean al aire
como a una moneda

por si una vez el azar
por si falla el juego
de la vida

pero la suerte sigue echada
y caemos siempre irremediablemente cruz

Luego juntan nuestros pedazos

Nos olvidan
en uno de esos lugares
oscuros y fríos






Preguntas

¿No hay sol para el desolado?
¿El desolado no hace luz desde su mirar?
¿En el mirar del desolado la luz se transparenta en claridad?
¿Desaparece la luz para sólo ser oscuridad?
¿Acaso el desolado tiene alergia a la luz?






Lecturas

Enfrascado en la lectura de Proust
no llegaba a percibir que
desde el tren
los árboles eran más lentos

tampoco
cuando el muchacho cruzó el vagón
arrebatando a justos y pecadores
las cadenas de un oro imposible

para saltar sin tiempo
y violentamente perdido
hacia otras formas del mundo






Cantar a tientas

Hace una cantidad de años
se solía dejar ciegos a los canarios
para lograr en su canto mayor belleza
-actitud típicamente humana
como cortar lenguas
cercenar gargantas-

Hoy
las cosas no han mejorado
y los pájaros que aún sobreviven
cantan
a tientas
todo el tiempo
con señas desesperadas






Ella dijo

empujá la desdicha a un lado
porque para el dolor
siempre hay tiempo

y recordá
la vida
no es más que estos pedazos de nosotros
compartidos con los demás




http://revistainternacionaldepoesia17.es.tl/

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