lunes, 13 de septiembre de 2010

1267.- HERNÁN CASTELLANO GIRÓN


HERNÁN CASTELLANO GIRÓN nació en Coquimbo, Chile, en 1937. Estudió Química y Farmacia en Santiago. Ha sido escritor, poeta, actor, cineasta y muy especialmente ilustrador (o "traductor a imágenes") de la obra de otros poetas como Pablo Neruda, César Vallejo, Rosamel del Valle, Vicente Huidobro y Federico García Lorca. Ha participado en numerosas exposiciones colectivas y ha realizado exposiciones individuales en Roma, Detroit, Santa Bárbara y San Luis Obispo. Sus actividades artísticas abarcan siete décadas, desde los años 40 al presente. Hay un cuento ilustrado de Castellano Girón, que data de 1948. Ha trabajado como docente e investigador científico en la Universidad de Chile en Santiago. Tras el golpe de estado de 1973, tuvo que partir al exilio a Italia, donde vivió hasta 1981, fecha en que viajó a los Estados Unidos para seguir un doctorado en Lenguas Modernas en la Wayne State University en Detroit. Ahí estudió bajo la dirección del profesor y estudioso Ivan A. Schulman, obteniendo el doctorado en 1987. Ha publicado diez libros, en los géneros de novela, cuento, poesía y crítica literaria. Ha realizado exposiciones individuales y colectivas en varios países europeos y en los Estados Unidos. Ha publicado artículos y ensayos en revistas literarias y académicas como Hispamérica , Revista Iberoamericana , Cuadernos Americanos y Revista Nacional de Cultura . En 1986 fue contratado como lector a tiempo completo, en la California Polytechnic University de San Luis Obispo (Cal Poly). En Cal Poly, hizo su carrera desde lector a Profesor Asociado, hasta su jubilación en el 2002, enseñando español e italiano, literatura hispanoamericana y cultura latinoamericana e italiana. En noviembre del 2000 fue elegido Poeta Laureado de la Ciudad de San Luis Obispo , por la comunidad de poetas locales. Es el único poeta de lengua española que ha recibido este honor. Actualmente es Profesor Emérito de español y literatura hispanoamericana en Cal Poly. ha publicado los siguientes libros: El huevo de Dios y otras historias , relatos (Santiago: LOM, 2002); Un Orfeo del Pacífico , antología poética de Rosamel del Valle, (Santiago: LOM, 2000); Calducho o las serpientes de calle Ahumada , novela (Santiago: Planeta Chilena, 1998); El ilegible: 'las nubes y los años' , novela corta (Concepción: Cuadernos Sur de Narrativa, 1988); Otro cielo , poesías (Concepción: Cuadernos Sur, 1985); Los crepúsculos de Anthony Wayne Drive/Twilights of Anthony Wayne Drive , poesías (D.O.M.E. Press, 1984), edición bilingüe traducida por Emil Efthimidas con un postfacio de Waldo Rojas e ilustraciones del autor; Teoría del circo pobre , poesías (Ottawa: Ediciones Cordillera, 1978); El automóvil celestial/L'automobile celestiale , poesías (Bari, Italia: Editorial Gea, 1977),. edición bilingüe con traducción y prefacio de Mario Luneta; El bosque de vidrio , cuentos y collages (Santiago: Ars Nova , 1969); Kraal , cuentos y dibujos (Santiago, Chile: Colección "El viento en la llama" 1965). Los poemas que presentamos a continuación son inéditos. Para conocer más obras e información sobre el autor, visitar su página web:www.hernancastellanogiron.com





LA AUSENCIA

Pero también la ausencia es un milagro, un claro
Milagro engendrado en lo más hondo de las vísceras
Magulladas como pista de carreras
De pingos tan infatigables como exhaustos.
En la ausencia nos comemos la comida bien caliente
Y sorbemos gota a gota el néctar
Que se preparó hace tantos años, cuando a su vez
Cada uno era ausente y desconocido del otro.

Es la perfecta ausencia la que forjó nuestros rostros
Que se miran viendo el hueco fosforescente
Dejado por los cuerpos que éramos
En los cuerpos que somos, en sus auras danzantes
Y en el polígono de tiro donde nuestras palabras rebotan
Como balas disparadas por un ciego, arrasando
Con la ternura y el silencio, y con los objetos innumerables
Que lentamente formaron una pirámide en torno de nosotros.

Cómo no estar ausentes en medio de esa montaña rupestre
Y cómo no buscar las huellas de los pasos perdidos
Tropezando a cada paso en ruinas, zapatos, cintas, platos sucios
Incluso las hernias que antes tenía, se me devuelven en la ausencia
Y crecen en mi rostro como pámpanos.

También mi ausencia son los chinches
Que me picaron en la noche austral
Donde llegaba como un sueño a ti
Despejada y ausente y por ello mismo, más cercana
Que cuando hablamos frente a frente sin poder entender
Una palabra sola del discurso mutuo, porque cada uno habla
Para sí mismo, y se responde hacia dentro, sumiendo las palabras
Como si fueran sollozos o espinas de pescado.

Ah qué bello sería si la ausencia
Se trocara por una vez en presencia
Por ejemplo si yo llegara y me fuera a la vez, y si el que llegara
Fuera el otro, el ausente, el mejor, el bueno:
En un solo milagro podríamos identificar
A los vivos y los muertos que llevamos en nosotros
Y los pedacitos de alma buena
Y los otros pedacitos también, sí, los otros
Los que nos oscurecen como un enigma resuelto
Por un Edipo despistado del todo
pero también claro, transparente:
El rostro de los que fuimos.

Este es un poema escrito para ambos, y puede servir
Para algo o para nada, porque los poemas no sirven
Si no traen una mirada nueva que despierte a la vieja
O si no abren la puerta que nosotros mismos cerramos
O tal vez, nada, después de recibir nuestro luto y dolor
Y hacer de eso una semilla, acaso ahí esté todo
Y el ausente sea presente y viceversa
Como cuando cambiábamos
Instantáneamente la lágrima en sonrisa
Y entonces éramos otra vez nosotros.

Día de San Valentín, 2004








LA MUSA DOLIENTE

La musa de los desesperados
La pincoya de los desesperados
Los que se pusieron un sombrero naranja con cinta verde
Y la barba perfectamente recortada en triángulos isósceles
La que fue robada del corazón de otro que agonizaba
O bien dormía muy cerca de ella, cerca de un barranco
Y un camino donde los ciervos iban a abrevarse
Y tenían que caminar mucho, mucho, muchas leguas
Para encontrar un arroyuelo en medio de casas
Habitadas por profesores ya muertos
Y por guacamayos que sabían proferir una que otra palabrota.

En este eclipse total de luna saldremos a verla
Por si en el astro comido por un dragón chino
O por una tortuga con apetito insaciable
Aparece desnuda, como las ninfas solían darse
Al delirio de los sátiros, que conocían
A la perfección los senderos frecuentados por las bellas.

En la ribera del lago, Nereida asolea sus muslos
Prietos y morenos como torneadas espigas de canela
Que vinieran recién llegando de la Nada y regando
Su misterio para los ojos sin luz que la veían
Sólo en la transparencia de las noche tristes
Las que traen lágrimas sobre todo
Y también el cólico miserere, que suele premiar
A los más descabellados en el propósito
De amar sin sentido, sin norte ni destino, sólo
Por el acto cabal de herirse lo más profundamente posible
Para ver si en el momento que nos desintegra
Vislumbramos su imagen y sonreímos
Con la paz bobalicona que traen las consumaciones
Las tempestades eléctricas con rayos
Que se precipitan sin vacilar encima del único ojo
Que permanecía abierto.

25. 10. 04








NADA MÁS QUE UN CORAZÓN SOLITARIO

Nur wer die Sehnsucht kennt…
Tchaikovsky

Nada mejor que embriagarse, saturarse con el kitsch
De la canción que, en su inocencia, habría ablandado las piedras
Porque la intención es más bien sollozar con la música
De una melodía muy bella, tan bella
De no merecerla estos versos, nacidos de soslayo
Escritos con el mucílago de los que nunca olvidan
Las ofensas y las alabanzas que bocas agrias
Por igual profirieron mientras el cielo
Lentamente cambiaba de sitio.

Era la precesión de los equinoccios, que nos daba
Estaciones del clima, luces crepusculares y atardeceres rojos:
La Era del Toro, donde las tripas de hombres y animales
Estaban más tiempo vaciadas por tierra que dentro de los cuerpos
Y luego la de Aries donde nos quemaban a todos
En los altares de Baal y de Moloch.
Y en la Era del Pescado, los peces del océano
Venían a besarnos en la boca, como ese atún del cuento
Que besó a Pinocho fuera del agua.

En cada tiempo le hicimos puntería a los ojetes de la muerte
Que tiene tres, dice la leyenda, tres choros velludos
Con perfume adormecedor, tres copas de succión de la vida
Porque la cópula con la muerte traía necesariamente
Una especie de resurrección, una risotada al menos
Y luego un letargo bueno para hibernar
Para dormir tremendas siestas de paranoicos dopados
Y para quedarse en un rincón o una tapia
Tratando de bajar la luna como lo hacían los Quijotes
Y los niños consentidos.

Porque volvíamos a la infancia, al encantamiento
Y a la canción que tantas veces cantamos, en horrendo alemán
Pero con el corazón pleno, como si sospechásemos
Que todo ello mucha falta nos haría cuando todo faltara
El tiempo, desde luego, la piel del amor
Porque los hombres no lloran
Pero se suicidan.

Ahí, muy cerca, Saturno se daba
Su segunda vuelta por el cielo esa mañana, sabía
Que cuando se ponía insoportable había que destronarlo…

Así, en los burros celestes cabalgamos
Las estaciones más dolorosas y en eso
Todavía estamos, oh corazón solitario por sobre todo
Porque así estará para siempre el que persigue
La Fata Morgana, el beso del hada, el vuelo del moscardón
Los prodigios del fantasma, los fuegos fatuos
Quemando el interior de la retina
En el viejo cerebro, tu desolado laberinto.

31. 8. 04







LA NOVIA DEL LAGO

leyendas chilenas

Ahora recorramos otra vez los caminos del dolor
A patita o en tren, vagón de tercera antiguo
Como esos donde había ebrios y cerdos aterrados
Acezando y chillando por la muerte que se les venía encima.

Caminemos sin caminar, sin llegar a ninguna parte
Los que estamos juntos por la ilusión
Pero separados por el destino
Que manda sobre todas las cosas
Y nos traza dibujos quemados a soplete
Más abajo de la piel, empujando
Las compuertas de nuestras aguas al vacío.

Allá en un lago muy lejano, al final
De todos los caminos, cerca de Yumbel
Se dice que una novia blanca camina
Sobre las aguas como si fuera una Jesusa en camisa nupcial
Que tuviera un camino más ancho que la muerte
Donde esperar a su novio designado
O a su propia ilusión cocinada en los alvéolos
Del cerebro maquinador y esclavo de sus vicios.

Esa novia es la novia de todos
Los que alguna vez esperamos y no tuvimos
Pero también de los que tuvimos sin espera alguna
Salvo la de infinitos años signados por rasguños
Que despedazaban y a la vez recomponían
Todos los vericuetos del alma.

En ese lago también, cuando la realidad
De verdad existía, había cueros acechando
La profundidad del ojo de agua, que decían
Llegaba hasta el infierno o muy cerca de él.

Los cueros se comían vivos al ganado
A las especies aviares inocentes y a los hombres pecadores
Y como en el dolor es cuando se se escriben los versos
Ahora lo escribimos para recordar esas muertes y maravillas
Y recordar también esos pasos que nunca dimos
Mientras el sueño y las ideas cabalgaban juntos.

Ahora que nada parece posible
Y que un cuero más grande que el que pudiera existir
En el lago más vasto del planeta
Nos devora desde el cielo, la tierra y las aguas
Corrientes y estancadas, ahora mismo
Es posible soñar otro poco
Y caminar sollozando y orillando ese lago
Donde hay una novia y un cuero esperando
Cada uno esperando hacer lo suyo sin reparos
Bajo la luz de un plenilunio espléndido
Para que el orgasmo y la agonía sean
Las dos mitades de lo que nos desmenuza y nos siembra.

17. 10. 04







PANNONICA

Allá en la iglesia de Harlem
Thelonius Monk yace muerto
En un ataúd de terciopelo morado
Como un obispo triste que llegara de lejos
Y con una sonrisa sardónica en sus labios arriscados
Pero también morigerados por la muerte.

A su lado se sentaban Nellie su esposa y Pannonica
La baronesa flacucha que también compartió su amor
Y su odio, sus demonios, y el humo
De miles de cigarrillos negros. También el amor
De unos cuarenta gatos que ya serán polvo del planeta.

Eran lindos y trágicos, aquellos gatos
Como lo era el Hudson, lleno
De témpanos grises del petróleo, y gaviotas ateridas
Que buscaban algo más sustancioso que la muerte.
Al menos, un trozo de pescado vivo.

Ambas, Nellie y Nika, ya estaban más allá
De los celos, como si el viejo Nietzche les hubiera dado
Su bendición escalofriante, a la vera de ese ataúd
Que saldaba todas las cuentas de esta vida y las otras:
Crepuscule with Nellie .

Pero antes, mucho antes
Los acordes de Pannonica sonaban en aquella casa
De New Jersey, con todos esos gatos
Refrendando el milagro de existir y donde
Le estaba designado morir. Ahí Monk
Sonreía como si llorara, como solía hacerlo
Al sentarse al piano, hilvanando su exquisita
Balada de amor hacia la otra, que era ésta
Al lado zurdo del Hudson, del Leteo
Que es el río imposible de cruzar en vida
Y lloraba Monk lentas lágrimas sucias
Porque los amores le salían caros
Porque siempre la música estaba en la otra ribera
Porque los gatos pedían
Más carne cruda y menos galleta marinera
—Y Nica se la daba generosamente, como todo, perfectamente
Cortada en cubitos: se la ve perfectamente
En Straight No Chaser —
Porque el sueño y la vigilia se devoraban mutuamente
Al llorar, que era como reír y viceversa.

La música con su verdad llegaba a borrarlo todo
Y a sostener su miembro flácido y a llenar los alvéolos
De sus pulmones con oxígeno de otro planeta
Donde se hubiera nacido al revés
Como en ese cuento de Calvino en el que se nace viejo
Un esqueleto danzante y se muere
Siendo un feto que desaparece
En la jeta de la Nada.

Y entre canción y canción puede irse una vida
Pero también ella se recrea, renace de las cenizas
Que se esparcieron de los cigarrillos y de los cuerpos
Mojados por el fuego de sus propias contradicciones
Y desnudos, por fin, del regocijo y la angustia
Entre gallos y medianoche o alrededor de ella
Cuando la música se convierte en luz
Y ese viento zodiacal arrastra tu nombre.

11. 3. 04










CANTO DE LO OSCURO

Afuera aúllan los coyotes
En el horizonte del Hollister Peak
Esperando una luz que se abra todavía más lejos.

Allá afuera también caminan los gatos entre los sotos
Como si fueran las sombras que antes teníamos
Entre ceja y ceja. Y las arañas tejen las telas
Que en un momento muy próximo, mañana acaso
Podremos ver a plena luz como ejemplo de lo insólito
Que el destino aún puede dejar a nuestros pies.

La vida es una hoja de papel en blanco:
Siempre afuera, el árbol centenario, la encina enana
Se apodera de otra gota, la última, de rocío
Cuajando en sus ramas que vieron otros siglos y otros soles
Cuando aquí había osos, iguanas, y muchas moscas amarillas.

Mi rostro viejo se hiela con ellos, los gatos pobres
Bajo esa luna tan simple como para repartir
A cada mísero habitante un poco de su plata fundida
Y sumar a cada momento otro momento mágico:

Temí por mi sombrero y lo hallé
Colmado de plumas de quetzal:
Un antifaz me buscaba para terminar mi cara.
No sabía que era mejor morir que ser enterrado
Y que el arcoiris también estaba hecho de sombras.

Mientras buscaba un libro de Felisberto Hernández
Tropecé con los gestos que mi boca exhibía
Con desidia, con gusto, con orgullo académico:
En un par de huevos fritos encontré consuelo…
En el hemisferio doliente de una uña…

Duele y duele todo este trabajo del noble hígado
Buscando preservarme, preservar
El instante ínfimo en que creemos existir
Como espíritus dilectos. En cambio
Los animales sufren en silencio bajo la luna
Tienen sueños exactos sobre la muerte y despiertan
Cuando viene otro rayo con su mensaje cifrado a la conciencia:
Así en su dolor y su pobreza otra esquina del mundo se abre
Mientras nosotros dormimos torturados
Por las mismas visiones que creamos
Mientras el Don Diego de la Noche vela
Sobre nuestras caras lívidas, ya que la espera es larga.

Otra vez los pobres animales podrían hacer un coro o un corro
Un apretón de garra o de pluma, un saludo benemérito
Entrando o saliendo de ese espacio donde nuestras almas escaparon
Y buscaron desaparecer o conjugarse
En el silencio del bosque, donde más de una marmota escucha en su cueva
Y donde los pajarillos, cabeza bajo el ala
Protegidos por los buenos fantasmas
Esperan la mañana para considerarnos en sus trinos.

Ojo al charqui, ojo a las Musas
Que es el momento de escuchar a Stan Getz, solos en la noche
Que nos abriga y nos da sus caramelos de luz y de plata
En las huellas de los caracoles.
Hay una almohada para cada tragedia
Y un grillo que, oculto dentro del cemento de la pared
Suena con su cricrí como el de los lejanos colocolos en El Molle
En casonas donde se respiraba el aire de las estrellas
Y mi madre y mi tía con los Apey cabalgaban burros de prodigiosa inocencia
Y destreza para atravesar los ríos del valle de Elqui.

Allá abajo están, donde está todo frío
Y duermen los gatos enroscados
En sus cajas de cartón con mis suéteres viejos
Y donde los ojos de las otras criaturas
Despiertan del sueño de los sueños
Para vivir otra vez y otra vez y otra.

Mi rostro blanquecino les da la bienvenida
Y hasta los poetas regresan, en el rocío de la luna
Y en las copas vaciadas del vino del estío
Porque es el invierno allá en el Sur
Ese mundo donde aún estoy
Y donde todo lo perdí y todo lo tengo.

Mayo, 2004






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