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viernes, 18 de noviembre de 2011

5364.- ANÍBAL MANUEL CEDEÑO


Aníbal Manuel Cedeño (COLOMBIA, 1950) ha publicado los siguientes
libros de poemas: DIARIO DE LA AUSENCIA en 1972;
CANTO DEL PROLETARIO en 1975 y con el cual obtuvo la Mención
Especial en el II Cconcurso Nacional de Poesía “Eduardo Cote Lamus”
celebrado en Cúcuta.
Sus poemas fueron incluidos en las siguientes antologías: ESTRAVAGARIO,
por María Mercedes Carranza, Colcultura, 1976; DIEZ POETAS
COLOMBIANOS, por Fernando Garavito, Colmena, 1976; POESÍA
MILITANTE EN AMÉRICA LATINA, Cambridge University Press, USA,
1977; POESÍA, por Aníbal Arias, Ed. Etcétera, 1978; ALBUM DE LA NUEVA
POESÍA COLOMBIANA, por Juan Gustavo Cobo Borda, Universidad de
Carabobo, Venezuela, 1980;
Es columnista del diario El Pueblo, de la ciudad de Cali y colaborador
permanente en diversas revistas literarias del país.








con aromas de limón y de cenizas vengo
con esta memoria que se empecina en saltar muros y alambradas

el leve rumor de un vagabundo derrota la noche
y un viento de miseria
agita periódicos y cortinas desgarradas
tal vez detrás de las ventanas
una mirada hostigante se disponga a retenerme:
soy ese vagabundo
y con aroma de limón y de cenizas voy cantando










leve y horizontal
la aurora crece como trinos
para deslizarse por los entornados portones de rosados insólitos
por grietas que ocultan imágenes y pasos
y voces que fueron voces
y gestos indispensables a toda suerte de acrobacias

no sobra decir que hubo auroras diferentes
en que casi era imposible
despojarnos de tanta humedad en las mejillas
y casi imposible
-como ahora que lo digo-
evitar el estallido sordo
de tanto palabrerío fútil y sin vigencia








caminos de no volver atrás
avenidas de señales indescifrables
que me empujan a buscar algo que desconozco:
¿hasta cuándo este polvo que se pega a mis talones?
¿hasta dónde esta duda enfardada que llevo a las espaldas?








cuando llega la noche
un silencio como de ojo ciego
nos hace presentir el murmullo de fantasmas
que apenas ayer nos detenían para indagar sobre cosas cotidianas:
la salud del hermano delincuente
la presunta dirección de nuestros sueños
o el qué sería de aquellos amigos que difícilmente recordamos

después
la mañana nos atraviesa con ruidos callejeros
para dejarnos la desolada estatura de los rostros
y un catálogo de angustias arañando las paredes








golpeteos de nocturnos visitantes
inventan temores en cada espacio de mi cuerpo

superficies de silencio
van midiendo la distancia que hay de la madera a mis ojos

sobre mi pecho un galope de potro desbocado
y un peso como de brujas sobre las paredes
sobre la luna del espejo que dibuja otra luna
sobre el retrato de primera comunión
en donde sostengo una vela hace veinte años encendida

¿quién se atreve a arrastrar los pies en el tablado
y a separar la niebla la repentina
y a golpear en la puerta con sus nudillos de cal?










sueños sobresaltados por el campaneo

eco de ropas blancas en el tendedero

si ya es la hora de la soledad
preciso es sumergir la voz en el fondo lechoso
del día que apenas inicia
y poco a poco cede al placer de la memoria

si ya es el día de la nostalgia
sólo queda correr las cortinas
que ocultan la diaria cinematografía del patio
para invocar la presencia de un rostro hace tiempo acariciado.

¿seguirán detenidas al pie de los postes las pisadas
y en los andenes las migajas de una charla muchas veces suspendida?



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