jueves, 23 de junio de 2011

4156.- RAÚL HERRERO


Raúl Herrero: escritor, pintor, editor. Ha publicado más de diez libros de poesía, entre ellos: la antología El mayor evento (2000), prólogo de Luce Moreau y dibujos de María Luisa Madrilley, Officium Defunctorum (Las patitas de la sombra, Madrid, 2005), traducido al francés por Paola Masseau para su publicación en Canadá con prólogo en la edición bilingüe del catedrático Francisco Torres Monreal y el reciente Los trenes salvajes (2009). Además ha publicado el libro de relatos: Así se cuece a un hombre (2001) con dibujos de Fernando S.M. Félez y prólogo de María Paz Moreno, el ensayo-dietario El Éxtasis (2002) con prólogo de Viveca Tallgren.
Desde el año 2000 publica en cuadernillos el poemario en curso Ciclo del 9, de los que han aparecido: Las palmeras de Verona, Sinfonieta Björk, Libro de canciones de Ángela, Notas rumanas y Punto de no retorno.
Como autor dramático ha publicado: El hombre elefante declarada (declarada de Interés en la lucha contra la Discriminacion, el Racismo y la Xenofobia, por el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminacion, el Racismo y la Xenofobia; que depende del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Presidencia de la Nación en Argentina), Gregoria y La matanza de los inocentes.
Ingresó en el Colegio de Patafísica de París como «auditor real» en el.año 2003. Como antólogo ha realizado las ediciones de: Antología de poesía Postista , Cuentos insólitos de la literatura española, Diccionario Pánico de Fernando Arrabal y de Antonio Fernández Molina El cuello cercenado / Platos de amargo alpiste, Vientos en la veleta, Orfeo errante (Antología poética) de Antonio Fernández Molina.
Se ha traducido su obra al inglés, italiano, danés, francés, islandés y búlgaro.
Muestra su obra plástica en exposiciones colectivas e individuales.
Fue director y fundador de la colección de poesía El último Parnaso. Fue secretario de redacción de la revista de creación y pensamiento “Almunia” dirigida por Antonio Fernández Molina y Alejandro J. Ratia, así como fundador y miembro del consejo de redacción de la revista “El pelo de la rana”. En la actualidad dirige ,desde su fundación en 1998, la editorial Libros del Innombrable y forma parte del consejo de redacción de la revista “El perro blanco”.





SABES que no soy nada
y, sin embargo, no me vences todavía.
Escuchas la conversación de mis almas
atrapadas en el interior de la esfera azul.
Con paciencia me apacientas,
me ves pasar las hojas del almanaque.
La cantimplora de tus labios,
las caléndulas que braman y callan,
los vericuetos encarnados en una sábana…
No hay nombre para ese otro yo.
Tú, mientras tanto,
bailas y te desnudas compulsivamente
sobre la concha:
la espuma de pinceles.
Desde tus orificios
me ves atrapado en esta carne
que muere, se agrieta y desaparece,
pero te niegas a comerme:
hiedra de apetito y sed.

(Del libro El silencio en llamas)




2. Tuba mirum

Con su paso la música compone muescas
en el tiempo irresoluto.
Por ello el filtro suave suena
para cubrir el silencio con cuerdas y pulmones.
A cada uno su muerte tenida por buena
y sellada por los acordes que el propio cuerpo
emite en la agonía,
en el suspiro sonoro para el alma.
El aullido del que emprende el camino
cede su lugar a la monocorde nota interior,
que, en ocasiones, se confunde con el silencio.
…y en compañía de tal música morimos
alejados de todo garabato, de toda huella de cuerpo.

¿Qué sería de la eternidad sin la muerte?

Cuando el aleteo de la tierra en llamas
llama al espíritu,
el libro escrito por nuestra conciencia
se abre de par en par para mostrarnos
las tachaduras, las montañas que arden,
los borrones, las olas que parecen nubes,
las estrellas alejadas por nuestra estulticia.
Muerte y naturaleza son una misma cosa,
¿a qué vendría el aliento sin la muerte?,
¿para qué extinguirse en quienes nos escuchan
sin la muerte?
Su acoso nos protege,
su amenaza nos fortalece,
aviva la inteligencia y la intuición.
Es el miedo el ajenjo que nos amenaza,
el pozo de langostas figurado por el temor que nos vive
y no nos mata.
Pero es la música, a pesar de las imágenes y las notas,
la compañía en el tránsito,
el clamor pálido que nos transmite
el último detalle perecedero
antes de temblar en lo permanente.

(Del libro Officum Defunctorum, Las patitas de la sombra, Madrid, 2005)






“No hay que deplorar la pérdida de ninguna existencia personal en ningún caso.”
Erwin Schrödinger


I.

Me ejercito para todas las muertes
con la boca ensalivada en sal,
las manos herradas por el silencio
y el rostro enguantado.

El crimen cotidiano en el espejo
muestra mi imagen acompañada de aire.
La puerta que conduce a la nada
crece a mi alrededor.

Y yo solo, sin señales ni itinerario,
sucumbo en el interior de la muerte
mientras permanecen los movimientos
de voz dúctil.

La calma ultrajada,
exenta de placer o sonoridad,
ya nada preludia.
La felicidad me somete
a todas las aniquilaciones.

Perduran las preguntas
sin réplica.
Las respuestas mueven al olvido.


(De Ciclo del 9 9.5 Punto de no retorno, Libros del Innombrable, 2006)

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