sábado, 27 de junio de 2009

154.- LUIS OROZ
















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LA INMORTALIDAD

Entonces comprendí que la inmortalidad
puede cobrarse por adelantado.

Luis García Montero.




Para ser inmortal no basta un libro
cuajado de poemas inmortales.
No es eso lo que pide un corazón
que late a tu compás entre los dedos.

Tú serás inmortal cuando se muera la última razón
para querer siquiera recordarte,
cuando todas las cosas que no has dicho
las digan en voz alta,
y por tu culpa,
una legión entera de poetas
que nunca has conocido.

Lo que quede en el aire cuando faltes,
lo que imagine el triste tras leer
una lágrima tuya entre sus letras;
la esperanza posible de algún desesperado,
la caricia resuelta en forma de emoción
al cruzar otra página...
todo aquello impensable que no pasa
mientras vivas soñando eternidades
es la inmortalidad.

Y es que ser inmortal es ir muriendo
en las vidas ajenas,
es ir abandonando sus memorias
para quedarse,
ausente,
en las palabras,

para ser otra vez
y para siempre
el poeta sin cuerpo que antes eras.


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CRUJEN LAS ESPERAS


Él calla, crujen las esperas,
el día se repliega, como los caracoles,
dejando una señal larga y viscosa
en la mirada de los solitarios.

-La vida es una puta que te besa los ojos
para que no la mires mientras te desvalija.

Él hunde los zapatos en las huellas de ayer
hasta encontrar la puerta de su casa.

Impactan contra el cielo las palabras
y caen como cristales sobre un libro de mármol.

De unos labios gotea, en forma de silbido, la esperanza.

-La vida se maquilla
deshaciendo en sus manos los grumos de la tarde.

Él calla, crujen las esperas,
una verdad a medias,
un deseo,
la llave de una piel deshabitada,
reposan junto a él.


La vida le da un beso,
le susurra;
-todo lo que tenías era mío.

Se viste,
se hace niebla,
se despide,
cobrándose el dolor y ocupando la esquina
que viste de burdel al cementerio.


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BIOGRAFÍA TRISTE DE LA FELICIDAD


Nació de la costumbre
y se dejó llevar, casi dormida,
sobre el instinto de los años jóvenes.

Era el jardín donde arrojar futuros
y cultivar recuerdos.

Dos décadas pasaron y la muerte,
asesina de todos los que siguen con vida,
inyectó la tragedia por sus venas
hasta dejar en coma al pensamiento.

Se despertó con la primera risa,
después de que la ausencia le pusiera en la boca
su pistola de olvido,
resucitó con el bostezo triste de los que duermen para sonreír,
de los que se sujetan a la vida
con las uñas postizas de la resignación.

Tuvo el dolor la angustia de los años bisiestos
y escondió sus heridas
bajo el tiempo inconsciente de las conversaciones.
Y fue feliz el gesto…
igual que la manzana en la boca de Eva.

Pero a veces la risa es el niño que escapa
del amigo invisible,
el soñador que muestra, escondido en sus miedos,
la transparencia de la realidad.

Ella resiste junto a las cervezas,
en la contemplación de los años filiales
o en la abstracción fugaz del último poema.
Ella resiste poderosa y única
y se deja llevar, casi despierta,
sobre el instinto de los años.

Como el humo que aleja los pecados del fuego
sobrevuela el incendio de los nombres.

Si la felicidad pudiera hablarnos,
respetuosamente, guardaría silencio.


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LA NUEVA CASA

Hay 34 grados a la sombra
de este pueblo que crece como un sueño caótico.
La excavadora rompe tu nostalgia y mis tímpanos,
desalojando huesos de una edad sin noticias.

Es terrible el idioma cuando ejerce tan sólo
de paladar adentro.

Compraría el silencio si tuviera monedas
de esperanza en el pecho,
pero el ruido nos muerde
y acabamos sangrando inspiraciones.

El mundo vertical
se apodera de todo lo que nunca fue nuestro,
hace volar al hombre
y arrastra su grandeza mientras llena de sótanos el cielo.

Cuando vuelve la calma ya nada es como antes,
hay un nuevo horizonte haciendo esquina con la gasolinera
y pájaros que aún vuelan
después de repostar gotas de lluvia
hirientes como espejos.

Sé muy bien que mañana seguirá medio viva tu nostalgia,
que compraremos juntos un hogar en el aire
y que será precioso desoir a los tímpanos
y escuchar solamente
esa voz que se imprime en el vacío,
el idioma confuso
que nos dicta en silencio su deseo.



.
LA ELIPA

Ha venido a pedirme que regrese,
a inyectarme en la piel el botox transparente de su complicidad.

Trashumante dormida,
vuelve y desplaza su flexible gravedad de kilómetros
y va doblando el mundo
en el libro de mapas del deseo.

Allí, muda y distinta,
habla otra vez sobre una edad difícil,
entorna las ventanas de mi casa extrajera
y pregunta en voz baja;
como un rezo que absorbe la distancia y el tiempo,
como un secreto en la canción del aire.

-Y cruza una pelota sobre el aro de los remordimientos.

La nostalgia es un grito, le respondo;
una boca pequeña que te besa en los ojos
o una luz que modela alguna oscuridad de plastilina.

Conozco ese lugar,
esa calle sin suelo, esa casa sin huéspedes,
esa mesa de humo donde apoyar los brazos
que sujetan la historia.
Y la torpe ambición de un exiliado
que surge de la tierra con sus manos estériles,
su anestesia de pájaros,
para tirar mil piedras contra el agua de la felicidad.

No voy a regresar!
pero puedes pedírmelo;
tu voz son cinco amigos jugando al baloncesto
en la estrecha canasta del oído.



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DESTINO

Ya sé que mi destino es deshojarte
la voz con mil preguntas,
que llorarás un poco al encontrarme
en este absurdo libro de poemas
que, tarde, te dedico.
Sé muy bien que este amor solo fue una promesa
que susurramos juntos cuando el presente ardía.

Y a pesar de saberlo,
me quedo aquí...sintiendo,
como un ciego,
la luz que va a encender esta tristeza.

Porque nada es lo mismo después de haber pasado
y todo es como siempre si se añora.

También sé que al final
seremos otra vez los que antes éramos,
que volveré a mirarte con las manos,
en actitud de ciego o de poeta,
que serás mi destino, tal vez, en estas páginas
cuando no haya preguntas
y tu voz caiga en mí
de otra manera.



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LA VOZ EN LA VENTANA

Dejabas de fumar al enterarte
de una muerte cualquiera.
Te quedabas mirando...
y todo se dormía en los cristales
de tu vieja ventana:
la mudez de tu aliento susurraba en el frío,
una calle en pijama se colaba en tus ojos
acolchados de dudas,
el portal bostezaba minifaldas de sábado.
Como un Dios inherente
pensabas que pensabas, sin embargo,
era un gesto capaz de amortizar
el déficit del mundo.
-Yo no soy un poeta- te dijiste,
derramando un poema
que envejece contigo cuando hablas,
lo llevas escribiendo desde que te dejaste
la voz en la ventana,
desde que las palabras planearon
escapar en el humo de tu último cigarro.



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EL ENIGMA DEL SUEÑO

Quien no deja un enigma entre las sábanas
no conoce el placer de lo desconocido.
Pensar hasta soñar...
soñar hasta pensar que todo es cierto.
Lejos de descifrarse,
la duda se convierte en un enjambre
de razones estériles y mágicas.
También Freud lo sabía,
tan solo puso nombre a los recuerdos
para encajar las piezas que forman la cordura.
Pero todo es en vano,
la realidad te muerde si decides
alimentar la vida con tus sueños.

- He soñado con ella
y su luz era un beso en blanco y negro
sobre la sombra abierta de mis labios.-

¿Hay una explicación a todo esto?
Quien no deja un enigma entre las sábanas
no siente la emoción de estar dormido.



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DESORDEN

Prefiero su desorden a mi cuadriculada autonomía,
su forma de mentir y de arrojar luciérnagas
a una noche invernal del mes de julio,
el látigo de plata que restalla en sus labios
o el infierno que quema las palabras
cuando ascienden, proscritas, de su nada repleta a mi todo vacío.

Prefiero su desorden porque clava un alfiler de risas sobre el tiempo,
porque deja colgada en la memoria la acupuntura de la eternidad.

“Y coloco sus cartas en mis libros,
su voz indefinida en la conversación que tienen a mi espalda los teléfonos,
su caricia de sol junto a esta sombra que, chinesca, se come los horarios,
su arena del reloj junto a mis lágrimas
para llenar de barro el agujero de la inspiración.”

Prefiero su desorden,
su violencia,
la imprevisible paz con que golpea la espalda de mis años.

Él revuelve la mesa,
empuja las botellas y estrella contra el suelo nuestras copas
en un brindis de pura inexistencia,
yo doblo realidades
y recojo los hielos,
la ginebra,
la tónica
de bebernos el mundo.

Y limpio de emoción la casa entera,
los pequeños cristales que se incrustan en la madera de su juventud.

-Si todo está en su sitio no hay nada en su lugar

“y separo sus cartas de mis libros…



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LOS HUECOS DEL CIELO

Estéril la costumbre de enterrarse
en los huecos del cielo,
de morirse despierto en las ventanas
expirando la última nostalgia,
ese mundo que cruza de puntillas sobre la realidad.

Aunque también es luz lo que sujetan unos ojos cerrados,
y la muerte
esa duda que pasa respirando tu sombra.

Así, tan sin sentido,
besamos a la ausencia y regresamos
al goce del no ser, a los estímulos
de un mundo hecho de tiempo y de distancia.

Luego…
una nube que pasa convertida en escombro
nos devuelve a la vida,
y el poema demuestra con sus letras dobladas
que allí no quedó nadie,
que nadie va a escucharte mientras vivas
arañando el silencio de la tumba.



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LA IMPRESIÓN DE LAS PALABRAS

Abrió la puerta y dibujó una fecha…
estaban esperando las palabras al pie de sus dos manos
pretéritas,
silentes,
cerradas y orgullosas
como una cicatriz.

Movió los dedos, encendió las lámparas
en cada habitación del diccionario;
nacieron hijos de la madre estéril,
caimanes de la rabia,
mariposas de cada corazón que se envolvía
en la seda brillante del amor.

El beso se deshizo de los labios, y fue cobijo, soledad o muerte.

Comprendió que la vida era un discurso de palabras inmensas,
una impresión fugaz que permanece
en el aire sin aire de la imaginación;
la onírica verdad que se reinventa en lo desconocido.

Comprendió que el silencio que se escribe
es el único fiel a su significado,
que la palabra barco chirría bajo el cielo
de la boca que roza sus maderas,
y que lanza una red para arrastrar naufragios,
que la tierra se llena de jardines
o que en el mar se imprime el horizonte
y en su vocal respiran los delfines de nuestra libertad.

Cerró la puerta y escribió… vacío;
cayeron las palabras con su látigo negro
hacia el abismo de lo no mirado,
y el mundo se llenó de realidades
que sangraban,
exactas,
igual que tu conciencia.


-Hoy descubro que el cielo es un lugar pequeño
si no hay virtud para esconder un Ángel.



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UNA VIDA SIN MI

Estábamos dispuestos a querernos
para toda una muerte,
yo pensaba en la cara que pondrías
cuando vieras las cosas que te escribo,
cuando sintieras en tu propia carne
el látigo amarillo del silencio.

El tiempo puso nombre a los extraños,
y aprendimos a vernos
con la invidente claridad del loco,
descubrimos el ámbar de las cosas
que no se pierden porque nunca han sido,
la cruda realidad de lo irreal
en la fingida eternidad de un verso.

Así nos conocimos…
quizá hasta el punto de sentirnos uno
y desandar el sueño de los tristes.

Aquella dualidad definitiva ha mordido mis dedos.

No hay espejos que pongan en la cara
la soledad que crece en los paréntesis
de una vida sin mí,
y hay heridas que vierten la costumbre
de no ser escuchado.

Así es la soledad cuando comparte
la emoción de una risa que no existe,
así muere un poeta…
por eso ha de saberse locamente
para toda la vida.



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LAS ÚLTIMAS COPAS (EL reencuentro)

“A veces alguien llora
sin otra realidad que la de ser extranjero en su cuerpo.”

Era triste mirar…
bajo el aire indigente de lo que ya no importa
gravitaba un ayer desconocido;
el amor sumergido en una copa
que no puede beberse,
el abrazo que rompe los relojes
a las 4 y sin voz de la mañana.

En un naufragio de sonrisas
flotaban, boca arriba, los recuerdos,
ajenas, perseguidas, dulcemente inaudibles,
las palabras caían
sobre la cresta blanca de la música.

Era triste mirar aquellos labios
posados en la rama,
estrecha y vacilante,
de la felicidad.

El humo y la pasión son dos himnos de fuego,
y el alcohol un país cuya bandera ondea en las miradas.

Yo incubaba en sus ojos una edad diferente,
una curva irreal que fragmentara la cáscara del tiempo.
Pero fuimos burbuja, traslúcido jabón entre las manos,
la frágil convicción que sobrevive
suplicando vacíos sobre el mundo.

Allí, mientras reíamos
-ahora lo comprendo-
murió de inanición mi adolescencia,
o tal vez siga viva,
inmensa y transparente
como el dolor soluble que sujetan las lágrimas.




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EL HIELO

Tú mirabas mi copa,
y en el hielo veías, derritiéndose,
dos frases inconexas que chocaban,
en química impaciencia, contra el labio.

La voz es la ruptura de cualquier pensamiento,
pero hay grietas
por las que pasa la canción del mundo.

La joya del instante engastada en el frío,
y el futuro de las casualidades
formando un eslabón sobre tu cuello.

Lo que no te atrevías a decir sigue creciendo
y expande sus raíces
por todos los silencios donde miro.

Pudiste haber hablado,
haber descrito el humo
que formaba camisas de algodón entre tus dientes,
o recitado el verso transparente de mi mediocridad.

Pudiste haber restado los síntomas al hielo,
o haber sumado un grado a su discurso alcohólico.

Pero callaste entonces,
y deshablamos juntos,
contuvimos esa respiración de cicatrices
que se imprime en tu pecho cuando callas.

Concedimos la Fe al único lenguaje que no puede rezarse,
la religión del aire haciéndose creíble
bajo el templo cerrado de las bocas.

El hielo era un disfraz de párpados abiertos.

Por eso creo en ti,
y creo más que nunca en las palabras
que no deben decirse;
en la mágica praxis de las eternidades,
en la frase que une o separa tu boca de la mía
cada vez que en el hielo
nos besamos.





.
ESTACIONES ÍNTIMAS

Aquí queda el agosto,
junto al sudor de la costumbre,
tras esta realidad que se cae de los hombros
al entrar la casa.

-Las estaciones mienten con nosotros,
aprenden a vivir en lugares insólitos
o emigran hacia el sur de la palabra tiempo.

Es octubre en la mesa,
se levantan las hojas de los libros
cubriendo de certezas amarillas las sienes de la noche,
mientras en otra habitación,
al calor de un bostezo,
eclosiona la oruga del insomnio.

En la cama han caído 4 copos de nieve.
Es enero en la alcoba,
y supongo que el frío se parece a los besos
esperando una piel que los reencarne
en forma de inconsciente cobardía.

Cuaja la libertad en un cuarto cerrado,
y las huellas son dudas que se imprimen
con una gravedad indefinida.

De ventanas adentro el huracán de siempre,
el que ordena el desorden de los horas inútiles,
arrastrando la voz de las fotografías
y empujando silencios hacía el mar de los tímpanos.

Pero agosto es quien cruza por la calle del Puerto
con su misma vehemencia,
tal vez con el calor helado que desprenden los sueños
de los que no han dormido.

Amanece tan tarde que es septiembre,
una nube de abril se detuvo en el baño,
como cada mañana,
para precipitarse lentamente sobre un polen de espuma.
Y supongo que el agua se parece a los besos;
taquigráfica forma de tachar en la piel
la fecha original del calendario.



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INSECTOS

El miedo es una hormiga que arrastra con la boca los restos del dolor,
y el poder un gusano que se envuelve
con la seda brillante de sus ácaros.

Un ciempiés se desplaza suavemente
sobre una “franja” extrañamente roja.

Transparente es el cuerpo de los niños luciérnaga
y es opaca la piel de las mentiras
que tejen telarañas sobre el mundo.

Más ruido de metal entre la carne,
más silencio,
más locura consciente,
más escombros…

Hay un Dios tartamudo que gotea
sobre el insecto palo de la muerte.



.
HUMANAMENTE PÁJARO

Conocerás el destino
y crecerá tu voz al acercarse la noche
y al ir sabiendo que la vida es
una inmensa, profunda compañía.

Antonio Gamoneda



Humanamente pájaro,
extendiendo las alas de septiembre
para alcanzar su voz,
-como se alcanza el humo en un fuego de esperas-
asciendo la corriente de aire cálido
que sostiene su peso sobre el mundo.

Hay una rama negra que cimbrea
al escribir “amigo”
bajo el árbol helado del silencio.

Los años, como adverbios de tiempo suspendido,
han formado su nido en la copa nocturna
de las irrealidades
y desmembran “ahoras” y “mañanas”
en la hambrienta garganta del pasado.

La pena es el fracaso de la imaginación.

Y yo sigo en el aire
aprendiendo el dialecto de los muertos,
a pesar de saber que estoy cayendo
en la más absoluta compañía.



.
DE PAPEL

Éramos de papel…
al empaparnos
se hacían transparentes los temores
y una mano cualquiera era capaz de rasgarnos por dentro.

Podían escribir sobre nosotros
un discurso de amor,
o emborronarnos
con la tinta de todas las mentiras.

Éramos de papel porque teníamos la blancura en el cuerpo
y un silencio nostálgico
colgado de una infancia de madera.

Así fuimos creciendo,
como páginas
que disuelven su voz entre las yemas,
apilados, unidos,
sujetando ese peso que no pesa
cuando acunas en brazos kilogramos de ti.
Por eso no podemos escribir
sin acabar dormidos
sobre la irrealidad que nos dibuja,
sin regresar al árbol del que fuimos arrancados de cuajo.

Éramos de papel,
como de músculo
son ahora los bordes del poema
que nos vuelve a reunir.

Una textura inversa que no sabe de física,
pero que vuelve siempre y nos recuerda
que fuimos de verdad,
que nos leímos,
que aprendimos idiomas indirectos
para decirlo todo,
y que también ahora,
cuando el tiempo ha dejado amarillas las palabras,
nos dejamos llevar en otros libros
para que todos sientan esa locura táctil,
la que se arruga ahora
en cómplice humedad con tu silencio.




.
DICEN


Dicen que los recuerdos son semillas
que crecen en la tierra de lo que ya no existe,
que necesitan tiempo, que se hidratan
con la humedad de la melancolía.

Dicen que son tardías, que maduran
con la caricia de otro sol más cálido,
que se agarran al pecho
cuando el cuerpo
se tropieza en el hueco de un minuto vacío,
que perfuman al triste
y que nutren al hombre que se muerde las uñas.

Dicen que la memoria
solo espera el sabor que la devuelva
a ese lugar en donde nunca estuvo,
que no puede moverse
cuando sujeta el peso de las cosas que pasan.

Yo sé,
como tú sabes,
que todo es relativo,
que el argumento cae
como el orgullo que atraviesa el puente
de nuestra soledad.

Porque recuerdo el beso de las 7
con la profundidad del que se siente calladamente lejos.

Y son las siete y cinco…
y no te has ido.




.
EL SOL QUE SE DESCUELGA DE LAS LÁMPARAS

Después de que un ladrido nos despierte
y se frote los párpados el tiempo,
cuando el mundo parezca una diana
donde clavar los años
que rompieron su punta contra la soledad,
aprenderé a buscarte,
a indagar en la prisa con la que descosías
el abrigo del beso,
con la que respondías cada vez que un vacío
preguntaba por ti.

Porque la compañía es más bien la costumbre
de mirarse a los ojos,
esa calle redonda por donde se cruzaron
tus esperanzas y mi juventud.

Aprenderé a buscar el calor extranjero
de la luz familiar,
el sol que se descuelga de las lámparas
cuando escampa el azul de la memoria,
la distancia final del susurro al abrazo
y aquella carretera en la que abandonamos
al cachorrillo de la intimidad.

Hay otras formas de silbar al miedo.

Pero el amor, mamá, es un perro dormido,
un animal que ladra las caricias
desde el profundo sueño,
y que logra encontrar en su inconsciencia
aquello que la vida solo supo enterrar.




.
LA MUERTE


Matadme si queréis
echadme al foso de la noche
y cubrid mi silencio con un mejor silencio.
Incinerad las ropas
con que se visten la verdad y el sino,
santiguad el cansancio de las horas vacías,
la lentitud sonora
del corazón y sus convencimientos.


Escupid en la cripta donde llegan con flores
la nostalgia y los años,
los hijos del instante
que no supieron escapar del tiempo.

Después, si os interesa el pánico,
arrancad las raíces de la tumba en que escribo;
descubriréis la muerte que se agolpa latiendo
en renglones profundos,
las cruces que levanta sobre el mármol
el desconsuelo de la incomprensión.


Si os incomoda el daño que no puede contarse,
solo bajad mis párpados
y afrontad la costumbre que se mueve en las lápidas,
el epitafio hipócrita que adorna
el privado y precioso cementerio.

Aprenderá el olvido a desatarse
igual que las palabras en la tumba de un libro.



.LA MEMORIA


Era el fin de una historia inolvidable,
yo llenaba futuros con los ojos cerrados
y dejaba vacías las promesas
de un calor para siempre.

Tú ya estabas allí,
sujetando en las manos la botella
de las cosas que mueren,
el licor con que tratas de emborrachar el tiempo.

Bebimos hasta el punto de quedarnos dormidos
en la incomodidad de las ventanas,
hasta caer extrañamente sobrios
en el desequilibrio de la ausencia.

Tú siempre vuelves a enlazar el mundo.

Y aunque somos amigos de la infancia,
nunca tuve el valor de decirte a la cara
que no puedo beber mientras te miro.
Ahora estamos juntos,
sirve un trago
y déjame sentir que ya no existes.




.
ECOSISTEMA

Hemos llegado tarde…
hay una vida inmersa entre los muebles
del antiguo salón.
La tristeza remueve lo que el tiempo abandona,
y es la luz un zarpazo
en la sombra de todo lo vivido.
Al entrar en la casa
caracoles de aliento van cruzando los restos de las fotos caídas,
y en la lámpara
un pájaro se posa, transparente,
asumiendo su cuerpo de incipiente nostalgia.

Nosotros no supimos germinar la promesa de un futuro más verde,
pero siguen creciendo las palabras
en el lado más virgen de los papeles viejos,
y el musgo de las risas
en la gruta escondida de la felicidad.

Porque la vida apenas cubre el ruido de las aguas que pasan,
y hay corrientes que llevan en su cauce el salmón de los años.
Hemos llegado tarde…
pero avanza por dentro esta selva pretérita
con su fauna de sombras.
A este lado los lobos de la prisa ya empiezan a correr…
van a matar al animal dormido,
van a tragarse todo lo que importa.



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